Una vez me susurraron que los sueños se cumplen y que las metas se
alcanzan. Que son nuestros deseos y nuestras pasiones las que nos
mantienen de pie en días de tormenta. Que los finales siempre son
felices. Que nunca hay lágrimas sin sonrisas. Pienso que entonces no lo
creí, era demasiado superficial para darme cuenta de que no había
mentira en esas palabras, hoy lo comprendí. Toda la felicidad reside en
un imperceptible montón de actos que se entrelazan con palabras que
suenan mágicas para nuestros ojos.
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